A finales del pasado mes de abril en el marco de los Premios Laureus 2025 organizados en Madrid, Lindsey Vonn no solo ofrecía consejos, sino que también demostraba su valía. Con la convicción que solo puede dar alguien que lo ha vivido, aseguró que,
"Muchas mujeres y niñas tienen miedo de intentarlo por miedo al fracaso, y yo me he caído un millón de veces y siempre me he levantado".
La última vez que Lindsey ha competido en unos Juegos Olímpicos fue en los de PyeongChang 2018. Colgó las botas al año siguiente, no porque perdiera motivación, sino porque su cuerpo, especialmente su rodilla derecha maltrecha, ya no podía seguir el ritmo de su ambición. Años de accidentes a alta velocidad, roturas de ligamentos y más de una docena de cirugías le habían pasado factura. En 2019 anunció su retirada, cerrando un capítulo que muchos creían que sería el último. Pero no para Lindsey.
Avanzamos rápidamente hasta el 23 marzo de 2025. A los 40 años, tras seis años de ausencia y la asombrosa cifra de 2.565 días desde su último podio, Vonn volvió a subirse a uno de los cajones de la Copa del Mundo de esquí alpino al quedar segunda en el Super-G de las Finales de Sun Valley. Acababa de convertirse en la mujer de mayor edad de la historia en lograrlo, superando el récord de 34 años que tenía Federica Brignone (que ese año también la acompañó en el top-3). Su sonrisa era amplia, no solo de triunfo, sino de la alegría de hacer algo que una vez temió haber perdido para siempre.
¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Cómo pudo alguien que se retiró con una rodilla tan dañada que apenas le sostenía en la vida diaria, de repente, volverse lo suficientemente fuerte como para competir de nuevo?
En abril del año pasado, tan solo unos meses antes de 'debutar' de nuevo en la Copa del Mundo, Lindsey Vonn se sometió a un reemplazo de rodilla asistido por robot, el primero de su tipo para una esquiadora de la Copa del Mundo. Fue realizado por el Dr. Martin Roche, un especialista en cirujía de ortopedia de los Estados Unidos. En cuestión de semanas la esquiadora ya podía planificar su regreso porque sucedió algo extraordinario: el dolor desapareció.
Por primera vez en muchos años, Lindsey Vonn pudo entrenar sin dolor. Su espalda, que constantemente compensaba la rigidez de la rodilla, dejó de inflamarse. Sus caderas dejaron de dolerle. Podía dormir, moverse, entrenar (y lo más importante, soñar) como una deportista de nuevo. En una de las ruedas de prensa que ofreció cuando anunció su regreso, dijo que
"Ahora que mi rodilla está bien, no tengo ninguno de los otros problemas. Mi espalda está genial. Mi cuerpo se siente bien. Me siento mucho mejor que en los últimos Juegos Olímpicos, de hecho".
El regreso no fue solo físico. Fue profundamente emocional: un viaje que tuvo tanto que ver con la recuperación de su corazón como con la de su rodilla. En las entrevistas de aquellas semanas de regreso, Lindsey Vonn aludió a las dificultades en su vida personal que la pesaron mucho en los años posteriores a su retiro. ¿Y adónde la lleva este camino que comenzó hace unos meses? "A Cortina d'Ampezzo, por supuesto", aseguraba esta semana en ESPN.
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Lindsey Vonn durante el rodaje de un spot esta semana en Califirnia
"No creo que hubiera regresado si los Juegos no se hubieran celebrado en Cortina" 1r2v3i
Lindsey Vonn
Y es que, Cortina d Ampezzo es la estación de esquí donde subió por primera vez al podio de la Copa del Mundo en 2004. También es el sitio donde, en 2015, rompió el récord de 35 años de Annemarie Moser-Pröll en 2015 al lograr su victoria número 66. Y donde terminó su carrera un 20 de enero de 2019 en un Super-G que lamentablemente no acabó.
Cuando salga a correr en los Juegos de Invierno de Milano Cortina 2026, se habrán cumplido exactamente ocho años desde su última participación olímpica: una medalla de bronce en el Descenso de Pyeongchang 2018. Pero ahora, con una rodilla de titanio y un espíritu renovado, Lindsey Vonn tiene la oportunidad de hacer lo que nadie esperaba: escribir un segundo capítulo aún más inspirador que el primero, tal como aseguró ayer en una entrevista a la Agencia Presse,
"Voy con ganas de disfrutar de la experiencia. Busco estar en un lugar que me encanta, donde he tenido mucho éxito. Soy un poco mayor, pero sinceramente, soy muchísimo más fuerte que antes".
Vonn ya está demostrando que este tipo de cirugía, antes considerada como último recurso para jubilados mayores, podría ser un punto de inflexión para los deportistas activos con lesiones crónicas de rodilla. Los resultados hablan por sí solos: se acabó el dolor, la inflamación y las limitaciones. Solo pura velocidad y fuerza.
"Me siento increíble. Obviamente, no todos responden igual a la cirugía. Pero por alguna razón, me recupero bastante bien. Es mucho mejor que mi cartílago inexistente. Ya he hablado con muchos esquiadores sobre ello, y creo que podría ser algo a considerar".
Eso es quedarse corto. Desde un dolor que pone fin a su carrera hasta volver a competir a nivel de Copa del Mundo en menos de un año, Vonn está abriendo un camino que pocos se atreverían a seguir. Y al hacerlo, está abriendo una nueva frontera, no solo para ella, sino para toda una generación de atletas que se preguntan si una lesión tiene que significar el fin.
A partir de los Juegos Olímpicos de Milán-Cortina d'Ampezzo deberán ser otros los que sigan ese camino, ya que Lindsey Vonn tiene intención de retirarse, ahora ya si definitivamente.

Lindsey Vonn esta semana en la grabación de un spot por la participación de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Milan Cortina d'Ampezzo 2026